Esta vez no hubo retrasos. Al contrario, el momento esperado se adelantó unos cuatro minutos sobre la hora prevista. Desde las 19:26 horas de este jueves, la iluminación navideña alumbra el centro de Cuenca. Y lo hace tras un desfile ecléctico pero bien hilado, atractivo en su sencillez, que sirvió para que la ciudad se resarciera y se quitase el mal de boca de la decepcionante apertura del año pasado.
El cortejo salió poco después de las seis de la tarde de la Avenida de San Ignacio de Loyola y se encaminó por la Avenida República Argentina hacia la de Castilla-La Mancha y José Cobo, rumbo a Carretería y la Plaza de la Constitución, donde estaba previsto el gran acto inaugural de la programación navideña en la capital conquense. Los primeros tramos no estuvieron especialmente concurridos de público, pero este empezó a multiplicarse en los metros finales, hasta alcanzar la categoría de magnitud. Ni la previa del partido copero de la Balompédica y la Real Sociedad (pudo verse alguna camiseta o bufanda de ambos equipos) ni el ciclo de Adviento de la Semana de Música Religiosa mermaron asistencia, en la línea de años anteriores.
La charanga Los Colgados ejerció de puntal contagiando de alegría al personal con sus particulares versiones de villancicos y otras canciones navideñas, de aquí y de aña, españolas y universales. Al son de sus notas bailaron los duendes, siempre afables con los niños, siempre con ganas de agradar, de la Asociación de Amigos del Carnaval. Una gran estrella de Belén, ese símbolo consagrado en el escudo de Cuenca según la tradición legendaria, les acompañaba.
La propuesta municipal para los actos navideños tiene algo de capicúa: empieza y termina con una cabalgata. Y no faltaron algunas referencias a la cabalgata con mayúscula, a la grande, a la de Reyes. Así, se pudo ver dos vagones de minas portando el temido carbón.
Hubo también un trenecito que había arribado por las vías de la literatura y las coreografías de Los Perchas, la peña carnavalera de Mota del Cuervo que ya se está volviendo en una habitual para los conquenses capitalinos.
Asombró también por su tamaño la carroza de un gran oso polar y, como de animales arquetípicos se trataba el asunto, otra traía unos camellos y alguna foca (o león marino). No faltó a la cita Elsa, la princesa de Frozen, ni zancudos, ni bicicletas que guiaban a soldaditos de plomo o estrellas que avanzaban rodando por un círculo
Personajes de varias franquicias interactuaban ante los niños, esta vez sí entusiasmados. Clásicos Disney como Mickey y señora, Pinocho y Disney junto a Ferb, algún Angry Bird y algún payaso que parecía recién comprado en la deep web.
Tan variada comitiva se cerraba con una dedicada al misterio central que aguarda en unas semanas. Un portal de belén con su buey, su mula, su San José, su Virgen y la figura central del Niño Jesús.
El desfile llegó con cierto margen al punto final y, tras un mensaje que oyó muy bien gran parte del público y algunos globos que se soltaron al cielo…llegó la cuenta atrás. Algo de suspense por los precedentes, pero final feliz. Cuando tocó, se iluminó el gran árbol de 25 metros que reina en la Plaza que tantos llaman ya del Nazareno. Aplausos, alivio y júbilo, más cuando fue cambiando de color, en un alarde de sus capacidades cromáticas. Con él se iluminaron también otros arcos de Carretería y poco después los del resto del área donde se despliega la ornamentación, que este año apuesta por formas más contemporáneas y elegantes en algunas vías. Ya se respira Navidad.