El temporal que ha arrasado a la parte del sureste del país ya estaba avisado por los meteorólogos y por la Agencia Estatal de Meteorología durante toda la semana. Sin embargo, nadie pensaba hasta qué punto iba a llegar a destrozar pueblos y ciudades. Una tormenta que se auguraba fuerte, pero terminó en catástrofe. Y una noche, la del martes 29 al miércoles 31, que fue «terrorífica». Así lo asegura Julia Monteaguado, una vecina de Mira, la localidad más afectada en la provincia de Cuenca.
Asegura que ella y su familia están bien, aunque «anímicamente estamos destrozados», cuenta de manera emocionada. Dice que el agua llego a su calle pero, por fortuna, no entró en su vivienda. «Desde la una de la mañana estuvimos en la calle y ver cómo el río se apoderaba de toda la zona de las casas, sobre todo en la mi cuñado y su madre que tenían que ir subiendo de un piso a otro porque el agua subía. Fue un sufrimiento continuo y mucha impotencia de no poder hacer nada», ha resaltado Monteagudo.
La vecina afirma esta situación no ha ocurrido nunca en el pueblo. Cuenta que el río llevaba tal fuerza y con tanta agua, que incluso el ruido «era ensordecedor». El caudal provocó la inundación de las casas de la zona y el derrumbe de muros y tabiques. «Ya no es por los enseres, es que muchos se han quedado sin casa».
La riada se originó en cuestión «de 15 minutos» y durante la madrugada, que provocó además cortes de luz. «Fue dantesco, durante la noche no podías hacer nada, el agua no te dejaba de la velocidad y la fuerza que llevaba. Lo único que pudimos hacer fue abrir las puertas del garaje para que otros vecinos se pudieran alojar», afirma Julia que, asegura, a su suegra y a la hermana las tuvieron que rescatar efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), ya que viven relativamente cerca del río y el agua empezó a inundar su casa.
Julia destaca que este jueves el pueblo ha amanecido con gente con botas de agua y palas para ayudar, así como aquellos que tienen tractores y remolques están realizando las labores de limpieza y achique junto a los efectivos que están retirando los enseres. «Ahora lo que toca es desescombrar e intentar que las casas queden un poco habitables o en las mejores condiciones», ha concluido.
«La ayuda real es que venga aquí»
Alonso Ruiz es otro vecino de la localidad serrana que también estuvo presente durante el paso de la DANA por Mira. Cuenta él y su familia corrieron la misma suerte que Julia y el agua no inundó su zona, aunque sí que entró y tuvieron que achicarla. Además, un amigo les avisó que el río venía con fuerza «y nos dijo que quitáramos los coches y los llevamos a la carretera». Allí asegura que esa noche estuvieron una veintena de personas del pueblo «y luego nos tuvimos que ir cada uno a su casa porque a partir de las cinco de la mañana fue algo exagerado».
Ruiz indica que en esos momentos no se es consciente de lo que está pasando, «en mi caso la adrenalina no te deja pensar y te lleva a actuar». Señala que Mira es un pueblo «bastante bonito, con muchas reformas nuevas, y un paseo fluvial que ahora ha quedado en nada». Por eso, quiere hacer un llamamiento a todos aquellos que quieran apoyar al municipio y dice que «la ayuda real está aquí», así como a las administraciones públicas y a los Gobiernos, «que se junten de verdad y den el DO de pecho en esto».
Alonso Ruiz destaca especialmente la unión de todos los vecinos de la localidad en colaborar. «Bomberos, Protección civil, Guardia Civil están aquí ayudando a sacar cosas, y el grueso lo esta haciendo la gente del pueblo. La misma noche de la riada cogieron los tractores, las palas en coordinación con los agentes, para por ejemplo quitar un autobús que estaba atravesado y coches». Insiste además que amigos suyos de otras zonas de la Serranía conquense han preguntado cómo pueden aportar, «incluso de Valencia también quieren venir después de la que tienen montada allí también».
«Solo había agobio, incertidumbre e impotencia»
Pilar Ruiz cuenta a este periódico que por suerte, ella y su familia están todos bien y su casa en particular no ha tenido graves incidencias. Sin embargo, esa noche solo tenía «agobio, mucha incertidumbre y sobre todo mucha impotencia, porque a mi me separaba el río con mi hermano y no se veía absolutamente nada, no sabía si estaban vivos porque estaban al otro lado». Señala que hasta este jueves no ha podido ver a sus familiares y lo primero que ha hecho ha sido abrazarlos. Ruiz dice que ahora llora de alegría «de pensar que estamos todos bien y que lo material no importa».
Destaca que en la madrugada del martes al miércoles «solo se veía mar, agua» con mucha velocidad, además de «vidas no personales, tu coche, tu televisión, electrodomésticos…». «Podía haber sido una desgracia», aclara la vecina de Mira, que indica que ha estado 48 horas sin dormir y la adrenalina que tenía en ese momento le permitía actuar. Asimismo, agradece que las líneas telefónicas no fallaran durante el temporal y entre los vecinos se podían avisar de si estaban dentro de sus casas o en el tejado.
Pilar resalta que lamenta estas situaciones cuando las ves por la televisión y en otros sitios, pero ahora «ya sabemos lo que es esto». Dice que lo que más sientes es desesperación por, sobre todo, ver que tu familia está al otro lado de la riada. Agradece a todos los efectivos de seguridad y protección civil las labores de rescate y limpieza que se están realizando a lo largo de estos días en casas, garajes y zonas de Mira, y destaca la colaboración y el trabajo de todos los vecinos para ayudarse unos con otros en recuperar sus vidas.