Septiembre comienza con la vuelta a la rutina, tanto para trabajadores como para estudiantes, que se preparan para tener todo listo para el comienzo de las clases. Muchos de ellos se tiene que ir fuera de su residencia habitual para estudiar, y son muchos los que vienen a Cuenca a empezar una formación. Dentro de los preparativos, lo primero que buscan es un piso donde vivir esos nueve meses de curso, y en muchos casos se topan en que la vivienda o la habitación es muy cara o tienen malas condiciones.
El mercado de la vivienda en la capital conquense estos últimos años ha sido complicado para los que están buscando vivir en la ciudad. Apenas hay oferta y son muchos los estudiantes que cada año vienen a Cuenca a formarse, ya que además se ha ampliado la oferta universitaria en este campus.
La toledana Irene Díaz, que estudia un grado en Alojamientos Turísticos a la vez que trabaja, lleva cinco años viviendo en Cuenca y en cada curso ha cambiado de piso. Cuenta a este periódico que en el primer piso donde estuvo, en 2020, ha sido el más barato que haya estado, en el que pagaba por habitación 135 euros con los gastos incluidos. Los siguientes en los que ha vivido, ya han sido más caros y siempre compartiendo con compañeras. » El segundo se iba a 180 euros con calefacción incluida pero sin gastos cada una de nosotras. En el cuarto año ha sido cuando más he pagado, 230 euros la habitación con calefacción, pero era por la ubicación del sitio, porque estaba en plena Carretería, era muy buen piso y compartía con cuatro chicas más, éramos cinco. Pero este año me he tenido que ir de ese piso porque lo subían a 300 euros cada una, 1.500 en total», cuenta Díaz.
Afirma que no suele buscar piso por los portales de viviendas habituales, sino que ha preguntado a través de las redes sociales o por conocidos. «En el que estoy ahora, lo encontré por un grupo de WhatsApp de viviendas de Cuenca que está dentro toda la gente que está buscando piso o alquila habitaciones. Y a mis compañeras las encontré a través de preguntar en Instagram y conocidos», asegura la toledana, que admite que prefiere vivir en pisos de particulares antes que de inmobiliarias, ya que además de exigirte una primera parte del pago antes que el casero, «con el tema de desperfectos pasan más por encima, porque al no tener el número directo de la persona responsable de la vivienda, es la inmobiliaria la que se pone en contacto con ellos, entonces no es tan directo si lo llamara yo».
Carlos Vega viene de un pueblo de Cádiz y estudia su cuarto año en Periodismo. Afirma que siempre ha estado en el mismo piso y se va a mantener, pero admite que cuando llegó a Cuenca lo vio «difícil» de encontrar, porque además de que había poca oferta, «tenía pisos apalabrados y por ser chico, por ejemplo, no me dejaban entrar. Te exigían muchas cosas como si era mayor de edad, el género… Yo estuve muy agobiado, te encontrabas con muchas trabas», asegura el gaditano. Unas condiciones que, asegura, pedían sobre todo las inmobiliarias.
Señala que en el piso que encontró, y en el que sigue, paga por su habitación 185 euros al mes con gastos aparte, y lo comparte con otros dos compañeros, aunque admite que es bastante viejo y necesita arreglos. «Nos quería subir el alquiler, pero le dije con todo el respeto a la casera que si arreglaba algo de la casa sí que lo pagaba, sino no».
Javi, que viene de Gran Canaria y también estudia Periodismo en la capital, encontró su primer piso a última hora después de llevar tiempo buscando. Afirma que el segundo apartamento lo encontró a través de una inmobiliaria de un amigo, «estaba muy bien por dentro, nos costaba 220 euros a cada uno en plena Carretería, pero la fachada y las escaleras eran un horror, porque estuvo siempre en obras». Este año, se cambia a otro por 233 euros con gastos aparte, también compartiendo con compañeros, y «por suerte lo encontramos rápido». Asegura que cada año ha ido encontrando precios más altos en las viviendas, que dependen, dice, de las zonas en las que se quieran ir a vivir en la ciudad.