José An. Montero
El festival Itinera, festival musical pionero en Europa que tiene como objetivo fomentar la igualdad de oportunidades musicales en todo el territorio y que el año pasado se extendió desde Cataluña, la Comunidad Valenciana, las Islas Baleares, Castilla-La Mancha, Asturias, Castilla y León, Aragón, Madrid y Galicia, celebró su primer concierto del año en Vega del Codorno (Cuenca) bajo la denominación de ciclo “Itinera Trashumancias”.
Un concierto que sirvió como otro pequeño homenaje a Marcel Marata, creador del Festival Itinera, fallecido hace apenas unas semanas y que opinaba que “la música y la cultura de calidad pueden ser el mejor antídoto contra el despoblamiento”. Un recuerdo emocionado que quisieron manifestar al principio del concierto Joan Benages, director del Festival Itinera CV, y José Miguel Rodríguez, presidente de la Fundación Los Maestros, organizador junto con la Cátedra UCLM-Diputación de Cuenca de Oportunidades frente al Reto Demográfico de este giro.
Ante un público formado por vecinas y vecinos de la comarca, pero también por un nutrido grupo de estudiantes universitarios que estos días han comenzado su formación para la próxima residencia artística Trashumancias 2.4 o el Seminario Permanente de Escuela Rural, el trío de folk madrileño demostró que bajo el asfalto de Madrid hay un pueblo y una tradición musical que conecta con la cultura rural, pues como dijo Ismael Clemente, vocalista del grupo, “lo rural y lo urbano no son, ni deben ser, conceptos enfrentados”.
En una versión casi desconocida de Ursaria, casi en completo acústico, con su formación trío original que completan Sonia Loayza y Daniel Martín, el trío consiguió conectar con la tradición ancestral del baile popular, logrando que poco a poco se fueran apartado las sillas para hacer sitio a las jotas.
Ursaria, nietos del campo, hijos del descampado, desplegaron sobre el escenario el humor y la teatralidad que les caracteriza, desplegaron sobre el escenario instrumentos de todas las texturas y sonidos, acordeón, flauta y tamboril, pandero redondo, saxofón, kora y hasta una botella de anís, pero sin duda, la gran estrella de la noche fue el organillo que presidió la velada desde el centro del escenario.
Ismael Clemente en la mejor tradición de los grandes frontman del folk español como Eusebio Mayalde o Carlos Herrero, desplegó repertorio de frases redondas, teatralidad, socarronería y mucho humor que consiguió conectar con el público demostrando que ser “de Madrid” no es un obstáculo para “exhumar los conjuros de una magia en la que ya -casi- nadie cree, otorgando en esta ocasión la misma consideración a lo urbano y a lo rural, abatiendo los muros y franqueando los fosos que apartan ambos muros”, en palabras del propio grupo en la magnífica edición del libro de casi seiscientas páginas (esto sí es de verdad un libro disco) que acompaña a la edición de su trabajo discográfico más reciente, “Sexo, churros y espiritismo”.
Este ciclo Trashumancias de Itinera continuará en las próximas semanas con Carlos Herrero, Algazara, Félix Albo, Zarandea o la Ronda de Motilleja Cuarteto en localidades como Enguídanos, Huélamo o Majadas, y en los próximos meses en cualquier pequeño pueblo, pues está previsto que sean más de quinientos, de la Península Ibérica porque, como suele decir Ursaria en sus conciertos, “amar el lugar en que uno vive es mucho mejor que tener que soportarlo”.