Durante las últimas semanas a lo largo de todo el país se han sucedido concentraciones y manifestaciones de profesionales del sector primario en ciudades, pueblos y carreteras. La provincia de Cuenca no se ha visto ajena a estas movilizaciones, tanto en el propio territorio como en la marcha hacia Madrid del miércoles 21 de febrero.
Pero, más allá de siglas, números y tractoradas, estos agricultores y ganaderos son personas con preocupaciones y reivindicaciones reales. La mayoría de ellos forman parte de agrupaciones o sindicatos que defienden los intereses del sector, como ASAJA o ADECU. Estas son algunas de sus historias:
Fuentes
Sergio Ortega se dedica a cultivar cereal (cebada y trigo) y girasol en la zona de Fuentes, en un área de unas 120 hectáreas. Lleva toda su vida dedicado al sector primario, ya sea en la agricultura directamente, o un pequeño periodo de tiempo que transportaba mercancía agraria en camión.
Comenta que, de un tiempo a esta parte, los precios de los elementos que necesita para desarrollar su trabajo se han doblado o incluso triplicado. Con esto se refiere a gasóleo, abonos, fertilizantes, nitratos… «Hace unos cuatro años el gasoil agrícola estaba en torno a los 40 o 60 céntimos y ahora lo he llegado a echar a 1,20 el litro», afirma. Los abonos, que en ese tiempo no llegaban a los 300 euros la tonelada, ahora los paga a unos 530 por la misma cantidad, y los nitratos han pasado de los poco más de 300 euros por tonelada a los 600 y poco.
«Ahora mismo la cebada y el trigo están por los suelos, no cubren ni los gastos», explica Ortega. «Es insostenible, la gente pequeña como siga así tendrá que coger y cerrar», añade. En el caso del girasol, por ejemplo, comenta que en la pasada temporada se tuvo que vender sin un precio de lonja establecido: «lo que se ha vendido es porque ha llegado el comprador y lo ha pagado».
Aún así, explica que, pese a esta situación, la única opción sigue siendo vender la mercancía: «Lo que no puedes hacer es dejar las pipas en la nave, porque allí no te hace nada, y el dinero te hace falta porque tienes que dar de comer a tu familia y pagar los gastos». Precios que, además, una vez llegan a la venta al público «se multiplican un 400 o un 600%».
También considera este agricultor de Fuentes que la administración debería poner más de su parte, tanto aumentando la cuantía de las ayudas económicas como facilitando la burocracia, dos de las medidas más populares de estas movilizaciones. Además, explica por qué solicitan que no se implante el Cuaderno Digital: «la media de edad de los trabajadores del sector primario es elevada, y si no se apañan ni con un móvil, con el cuaderno no van a poder entenderse».
Por eso pide tanto a administraciones como a empresas que «nos traten un poco mejor». «No es que nos traten como a reyes ni que seamos más que nadie, es solo que nos tengan bien cuidados, porque si la agricultura y la ganadería desaparecen no sé dónde acabaríamos todos», sentencia.
Buenache de la Sierra
Vicente Caja lleva desde los 14 años en el sector ganadero. En la actualidad, junto a su hermano y a su cuñado, manejan un rebaño de 1.400 ovejas en el entorno de Buenache de la Sierra. Ganadería extensiva, por supuesto.
Debido a las exigencias que tiene este trabajo, no pudo participar en las concentraciones del sector, aunque eso no implica que no comparta sus reivindicaciones. En general, son las mismas: reforma de la PAC en contra de sus intereses, subida de precios, y competencia de terceros países. Aparte de los problemas propios de la ganadería, como pueden ser las enfermedades a las que se enfrentan los animales o la falta de relevo generacional.
Caja considera que esta nueva PAC es «más medioambientalista que agraria», con medidas que no tienen en cuenta al sector. Por ejemplo, habla de las «hectáreas admisibles». «No vale con que tengas un campo en el que puedan pastar los animales y ya está, tiene que tener unas hectáreas admisibles que nos van dando cada año, y hasta que no lo hacen no sabemos cuántas van a ser, por lo que no sabemos qué derechos tendremos», explica.
También se ha modificado el valor de las UGM (Unidad de Ganado Mayor). Antes, para tener ciertos derechos de subvención con la PAC, una UGM correspondía, aproximadamente, a tener 6,6 ovejas. Pero ahora son necesarias unas 10. «A nosotros más o menos nos da igual porque no vamos a invertir más, pero a un ganadero de 20 años le impide desarrollarse», argumenta.
Al recibir menos afecta más la subida de precios, cosa que han notado, sobre todo, en los piensos de los animales que, en los últimos años, han subido unos 150€ por la misma cantidad. Tema que se retroalimenta con la mencionada competencia de terceros países.
«Aquí los piensos, por ejemplo, llevan un control de transgénicos y herbicidas que están prohibidos, pero después se pueden importar sin problema y más baratos porque no han pasado por esos controles, es una hipocresía tremenda que la Comisión Europea tendría que mirar», afirma este ganadero de Buenache de la Sierra.
Belmontejo
Pedro Cotillas también aprendió de su padre cómo es el mundo de la agricultura, al que entró hace unos 35 años. Entre Belmontejo y Poveda de la Obispalía se dedica al cereal, el girasol y las leguminosas en unas 200 hectáreas.
Al igual que Ortega, explica que la pasada temporada fue «desastrosa» debido a que la meteorología provocó que la cosecha fuese escasa. Eso sumado a la misma subida de precios a la que ya se ha hecho referencia, obligó a vender a pérdidas, consciente o inconscientemente.
Cotillas hace referencia al agroseguro por el que reciben una cantidad para poder seguir sembrando. Pero «si calculas el dinero que te da el agroseugro y ves los costes, te das cuenta de que está faltando dinero», debido a que no se actualiza con el resto de los precios del mercado, además de que, según afirma Cotillas «el seguro nunca paga el IVA de compensación del combustible o los fertilizantes». En resumen, que «el seguro no acaba compensando ni manteniendo al agricultor».
Con esto enlaza lo que también afirmaba Sergio Ortega de la diferencia de los precios tras su paso por los intermediarios. Aunque es en estos intermediarios donde este agricultor de Belmontejo pone el foco.
«Es un problema difícil de controlar cuando hay una excesiva especulación de los intermediarios, porque pueden alegar que su aparato logístico tiene unos costes, y es difícil calcular la medida exacta que supone todo eso», expone.
Aunque sí que aclara que ha habido momentos donde esta especulación fue más clara, como en el incendio que quemó miles de hectáreas de cereal en Rusia en 2007, en el que multinacionales adquirieron materia prima española llegando a bloquear el mercado; o, más recientemente, con la subida de los precios debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Cotillas también pone el foco en las medidas que toma la Unión Europea «sin tener en cuenta la realidad del campo», como pueden ser los ecoregímenes, medidas que, si se cumplen, reciben subvenciones por parte de Europa, pero que, en ocasiones son contrarias a lo que viene mejor para el campo y obligando (de manera indirecta) a cambiar una producción, perjudicando también a pequeñas y medianas explotaciones. «Si la administración puede llegar a parar que algo se produzca puede volver vulnerable todo el sistema productivo, fomentando la inestabilidad y la especulación», argumenta.