Fernando Díaz Miranzos es el coordinador de Caridad del Cristo del Amparo, un humilde colectivo que desarrolla una intensa y amplia labor en favor de los más desfavorecidos de Tiradores, el barrio en el que se asienta, y de toda la ciudad de Cuenca. Una labor callada pero eficaz basada en la cercanía y la empatía. Las personas necesitadas son su objetivo y los voluntarios la principal herramienta con la que combatir unas necesidades cada vez más amplias y que afectan, cada vez, a más gente. Inmigrantes, niños, ancianos…son algunos de los grupos sociales a quienes dedican su trabajo buscando cada día fórmulas novedosas con las que ser útiles a quienes menos tiene. La ayuda con el idioma o la alimentación son algunos de las últimos servicios que han puesto en marcha entre un extenso abanico de iniciativas.
¿Cuándo empezó a funcionar Caridad del Cristo del Amparo y por qué?
Como Caridad Cristo del Amparo empezamos hace unos cinco años. Como Cáritas ya estábamos mucho antes. Llevaremos, en total, unos 16 años. Y empezamos porque en la parroquia era esencial, además de ofrecer la liturgia y la catequesis, que hubiese una sección que se dedicase a la caridad. Y también porque vivimos en un barrio como Tiradores que tiene ciertas necesidades y había que cubrirlas también de alguna manera.
¿Qué actividades desarrolláis a día de hoy?
Tenemos un dispensario de alimentos para las personas necesitadas del barrio, de Tiradores y también les ofrecemos ropa. También contamos con un servicio de acompañamiento de personas, sobre todo mayores, que están solas. Y con los niños seguimos ofreciendo desayunos. Desde la pandemia llevamos el desayuno a los niños semanalmente para que puedan desayunar. También ofrecemos clases de castellano para inmigrantes, sobre todo, así como de repaso y de cultura en general y una especie de taller que tenemos de habilidades sociales. Tenemos también un taller de repostería en el que tenemos a unos jóvenes de la parroquia a quienes les estamos enseñando el oficio para que luego ellos puedan encontrar trabajo. Con los más jóvenes también tenemos un taller en el que reparamos y arreglamos y juguetes que nos da la gente. Juguetes que a lo mejor están viejos y nos dedicamos a limpiarlos para regalarlos posteriormente a nuestros chicos.
¿A cuántas personas estaréis atendiendo en estos momentos, entre los diferentes programas?
Pues entre todos estaremos atendiendo a unas 230 personas, 71 familias. Cada vez hay más familias con necesidades, gente que antes podía tirar para adelante pero ahora necesita este tipo de servicios. Lo que sí trabajamos ahora, sobre todo, es con familias inmigrantes. Muchas familias vienen, piensan que esto es un país de muchas oportunidades y resulta que por desgracia no lo es y para ellos es muy duro. Aún así ellos nos comentan que por muy mal que estén aquí, están mucho mejor que en su país. Estamos trabajando sobre todo con ellos y también es verdad que atendemos a familias de la parroquia, familias de Cuenca. Estas familias, aunque tengan un puesto de trabajo, les cuesta mucho llegar a fin de mes, sobre todo por el incremento de los alquileres, por el incremento del coste de la vida en general. Con estas familias trabajamos en el apoyo de alimentos.
¿Cuál es el último programa que habéis puesto en marcha?
El más novedoso que tenemos ahora es que hemos abierto una cocina. Es una cocina en la que, a la gente sobre todo de fuera, les enseñamos a cocinar porque es un hábito que, por desgracia, la gente que vive al día no tiene inculcado. No tiene asumido que se puede reaprovechar lo que no se ha comido…Trabajamos sobre todo el tema del aprovechamiento, de la alimentación y enseñamos a comprar. Por ejemplo, si tú te compras un pollo y te lo arreglas tú, te sale muchísimo más barato que si lo compras por partes y te da para hacer muchísimas más comidas. Enseñamos a limpiar un pollo, un pescado…estamos enseñando y aprendiendo cómo se reutiliza la cocina y cómo hay que aprovechar todo, como hacían nuestras abuelas».
«Atendemos a unas 230 personas y cada vez hay más familias necesitadas, tanto inmigrantes como de Cuenca»
¿Somos conscientes los ciudadanos de las necesidades que tienen algunos de los vecinos que viven a nuestro lado?
A ver, la gente es consciente y colabora mucho con nosotros, eso es verdad. También hay que destacar que los conquenses colaboran con las causas solidarias. De hecho, nosotros somos muy conscientes de que sin su apoyo nosotros no podríamos hacer nada. Cualquier cosa que necesitamos la gente se vuelca y por todos los sitios nos ofrecen ayudas. Es verdad.
¿Qué necesitaríais para poder desarrollar mejor las labores que lleváis a cabo?
Pues ahora lo que necesitaríamos es más tiempo. Pero como no lo tenemos sí que es verdad que a veces tenemos unos recursos que son muy limitados. También somos conscientes de que aprovechándolos bien y sabiendo hacer bien las cosas, pues llegamos bastante lejos. Para nuestra labor el voluntariado es fundamental. Todos somos voluntarios. Cada vez estamos trabajando más, sobre todo, con gente jubilada que viene y nos echa una mano. Se trata de un apoyo mutuo porque nosotros les ofrecemos el tener algo que hacer y ellos nos ofrecen su tiempo, su labor y lo que haga falta. Y se nota. Es el colectivo que más se está implicando. Mucha gente me dice, «si es que estoy en casa aburrido, sin saber qué hacer. Así, por lo menos, hago algo, estoy con gente y me siento útil».
Desde un punto de vista de instalaciones, ¿Qué tal estáis? ¿Echáis en falta algo?
Tenemos un edificio que, aunque es viejecito, pues lo llevamos muy bien. Necesitaríamos que hiciese más calor. Antes teníamos unos radiadores de gasoil pero es un dineral que nosotros no nos podemos permitir con las necesidades que hay. Tenemos unos radiadores eléctricos y los encendemos de vez en cuando.
¿Qué es lo que más se demanda en estos momentos de Caridad de Cristo del Amparo?
Pues ahora, sobre todo, estamos trabajando mucho el idioma con las personas que han venido inmigrantes. Estamos trabajando la forma que tienen que dirigirse a la hora de ir a un médico, de buscar un trabajo o de rellenar unos papeles. Ahí sí que necesitaríamos más gente, sobre todo maestros o personas que hayan estudiado y que quieran dedicar un poquito de tiempo a los demás, porque hay veces que estamos desbordados. Hay veces que vienen a las aulas 40 personas y atender una sola persona a 40 pues es muy difícil y lo interesante sería hacer grupitos pequeños.
«Los jubilados es el colectivo que más se está implicando últimamente en Cuenca en ayudar a los demás»
¿Qué mensaje transmitiríais a la gente de aquí que ve con recelo la llegada de migrantes?
Pues que vivimos en un mundo global y que las cosas, los recursos y el mundo es de todos. Y el que tiene, tiene que compartir con el que no tiene nada. Es la única forma. He estado de voluntario en Senegal, por ejemplo, y he visto cómo hay pesqueros de multinacionales, de países occidentales, que van allí a hacer pescas masivas y la pobre gente se tiene que esperar a que se vayan esos barcos porque el propio ejército de su país no les deja salir a faenar. Eso lo he visto. Cuando se van estos barcos, ya les dejan salir a ellos a recoger los restos. Les estamos quitando sus recursos más necesarios…¿Y nosotros no somos capaces de aceptar que esa gente venga, si le estamos quitando la comida, si le estamos quitando todo? Son personas dignas de admirar cuando vienen aquí porque tienen inquietud, ganas de hacer, ganas de trabajar. Es una gozada, de verdad, rodearse de tanta gente joven, tan abierta, que lo están pasando mal y que nosotros podamos ayudarles.
¿Cuál es la respuesta de los beneficiarios de vuestros servicios?
Pues de infinito agradecimiento y gratitud. Además se les nota. Es gente súper agradecida.
¿Cuál es la próxima iniciativa que tenéis previsto poner en marcha?
Ahora lo que estamos trabajando es con mucha gente del barrio que carece de muchas cosas fundamentales, entre ellas la electricidad. Queremos abrir la cocina para que estas personas puedan venir a diario a guisar en las instalaciones que nosotros tenemos. Cada vez hay más gente con necesidades que no solo afectan a la población inmigrante, y también hay mucha población propia. Hay gente que está tirada en la calle y que, por desgracia, por mucho que nos esforcemos, no van a encontrar trabajo porque nadie se lo va a dar. Simplemente porque son personas que ya está señaladas, marcadas y la sociedad no se lo va a perdonar. Nosotros tratamos de hacerlas ver que son tan dignas como somos los demás y esas personas tienen que recuperar su dignidad ante todo. Y luego ya podemos empezar a trabajar. Nosotros estamos ahí también para eso, para dar segundas oportunidades a estas personas porque creemos realmente en ellas. Quisiera destacar que nuestra labor es posible gracias a la colaboración de los demás y que aunque hay gente que es la cara visible detrás hay mucha gente que está colaborando, aportando alimentos, aportando dinero, aportando a veces un poquito de tiempo… y son tan importantes o más como somos los demás.