Calurosa, castiza, íntima, festiva, fervorosa. La breve pero intensa procesión del glorioso San Roque ha vuelto a recorrer este miércoles -16 de agosto, día de su festividad- las calles del Casco Antiguo de Cuenca, renovando así una promesa y una costumbre secular. Tal como reflejan las actas del Concejo de la ciudad de 1588, se juró en los años 1508 y 1509 honrar anualmente al santo occitano en la urbe conquense en agradecimiento a su intercesión para superar epidemias de peste.
Ya no tiene el boato ni la espectacularidad de antaño ni la advocación ocupa el lugar preeminente que tuvo en el calendario y el mapa religioso de la ciudad. Pero el desfile sigue ahí, resistiendo a la erosión del tiempo y las modas. La talla realizada por Bieto Masip ha salido de la iglesia de San Felipe Neri, donde recibe culto anualmente, para ascender hasta la Plaza Mayor y regresar otra vez al templo de origen. Allí se ha celebrado a continuación la misa solemne con sermón oficiada por el canónigo y consiliario de la cofradía, Gonzalo Marín. El programa se ha completado con el reparto de panecillos, de la ‘caridad del santo’.
El desfile ha contado con la participación de la Banda de Música Municipal y con la presencia de los concejales Adrián Martínez Vicente (del Grupo Socialista, que ha ejercido la representación del alcalde), Álvaro Barambio (PP) y Rafael Rodríguez (Vox).
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