El secretario general de Asaja Cuenca, Manuel Torrero, ha transmitido la enorme preocupación y desesperación que los brotes de viruela ovina están ocasionando entre los ganaderos de la provincia y ha advertido de las graves consecuencias que habrá, tanto en el sector ganadero como en el de la elaboración de queso, si no se adoptan medidas urgentes que reconduzcan la situación.
Torrero ha anunciado que la organización agraria acaba de trasladar a la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades un programa de actuación específica con medidas concretas que ayuden a paliar los graves daños y a dar tranquilidad a los ganaderos. El programa contempla propuestas como el establecimiento de indemnizaciones que se adecúen a las pérdidas reales cuando se sacrifican el 100 por cien de los animales de una explotación, un plan de mejora genética para que los ganaderos recuperen cuanto antes su nivel productivo, medidas de apoyo para evitar despidos en estas explotaciones que son las que más puestos de trabajo generan, mecanismos financieros para que los ganaderos con créditos comprometidos puedan hacer frente a los pagos y un apoyo económico adicional que se extienda hasta que los afectados recuperen la capacidad productiva que han perdido y que tardará en llegar.
Además de estas medidas concretas, el secretario general de Asaja Cuenca considera que es “excesivamente precipitado acabar con toda la cabaña ganadera de una explotación sin tener la certeza de que todos los animales estén contagiados”. Torrero señala que es cierto que hay que establecer mecanismos para evitar el contagio y la propagación de la enfermedad, pero “creemos que eliminar todos los animales sin saber si están contagiados, es precipitado”.
En este sentido, Torrero indica que el ganadero tiene margen de actuación como separar el ganado o establecer lotes para controlar hipotéticos contagios porque, una vez cumplidos los periodos de cuarentena en los que se desarrolla la enfermedad y después de realizar las pruebas serológicas, se puede comprobar si el foco está erradicado o la enfermedad persiste. “Un sacrificio generalizado supone perder no sólo los animales, sino un capital que se ha ido acumulando a través de décadas y que costará mucho recuperar. Es más, nos consta que hay ganaderos que aseguran que si tienen que matar a todas sus ovejas no volverán a empezar de cero y dejarán la actividad”, señala Torrero que advierte de las graves consecuencias que esto puede tener en la producción de carne y de leche para la elaboración de queso, uno de los pilares de nuestro sector agroalimentario.
Además, Torrero considera que los baremos actuales de indemnización son insuficientes y no tienen en cuenta que estos animales han estado sometidos a programas de mejora genética, con lo cual su valor se multiplica por dos, tres o cuatro. En algunos casos en los que ya se han sacrificado miles de animales estamos hablando de pérdidas de millones de euros por lo que creemos que los baremos de la Consejería y Ministerio son claramente insuficientes, no sólo por el importe, sino también por lo que se tardará en recuperar la capacidad productiva a la que se ha llegado después de mucha inversión en tecnologías, manejos, alimentación y programas genéticos”.
Por último, Torrero recuerda que el Ministerio trabaja en un borrador de Real Decreto que establece unas cuantías adicionales a los baremos pero que, “continúan siendo insuficientes porque establecen unos topes máximos de indemnización por explotación que no cubren las pérdidas”. En estos momentos la provincia de Cuenca es donde se han detectado los focos, pero si no se actúa urgentemente la enfermedad puede extenderse a otras zonas de la región y de España.