El roscón de Reyes se ha convertido en un dulce clásico que no falta en los hogares conquenses el 6 de enero. Bien sea artesano, con ilustres ejemplos en la capital como Ruiz, Casamayor… o de origen industrial comprado en supermercado o comercio tradicional, su presencia en la sobremesa de la comida supone el mejor complemento para una jornada marcada por la ilusión y la alegría.
Vinculado de forma tradicional al 6 de enero, las fechas de su consumo se han ampliado y no es extraño comprarlo y comerlo en los días previos a la celebración de la Epifanía. De hecho, incluso resulta más atractivo y apetitoso sin estar necesariamente ‘atado’ al Día de Reyes. Por su parte, después de este Día también suele ser consumido ya que, en muchas ocasiones, sobran porciones que van ‘cayendo’ días después.
La receta de siempre es la base de esta pieza de repostería que ha ido evolucionando con el tiempo y con las nuevas tendencias culinarias. Así, al tradicional relleno de nata se han incorporado nuevas posibilidades con chocolate, crema pastelera, moka, cabello de ángel… En definitiva, variaciones al gusto del consumidor para hacer más atractivo un clásico que no pasa de moda.