Cada 22 de octubre se celebra el Día Internacional de la toma de conciencia de la Tartamudez. Una fecha que fue promovida por la Asociación Internacional de Tartamudos sensibilizar a la población sobre este tema y recordar que existe ayuda para mejorar las características del habla. En esta entrevista, Gloria Vaquero, logopeda de la clínica Agarimo explica este trastorno y da consejos a quienes lo sufren y sus entornos.
De una manera muy resumida y didáctica, ¿qué es la tartamudez?
La tartamudez o disfemia es un trastorno de la fluidez del habla. Las últimas investigaciones estudian la tartamudez desde una perspectiva genética y neurológica. La transmisión genética de una predisposición a tartamudear es cada vez más estudiada. En el ámbito clínico, tenemos la experiencia de que muchas personas que tartamudean tienen parientes que también lo hacen. Esta predisposición actúa con factores motores, lingüísticos, sociales, etc. que pueden estar presentes de forma continua o de forma individualizada y actuar de manera diferente en cada caso. Se inicia en la infancia o en el desarrollo temprano y se caracteriza por presentar bloqueos, repeticiones o prolongaciones que dan lugar a rupturas involuntarias en el habla. Cuando hablamos de tartamudez, no sólo debemos fijarnos en estos aspectos visibles, ya que esta falta de control o dificultad para realizar los movimientos del habla, puede dar lugar a la aparición de pensamientos y sentimientos negativos que limitan la comunicación y participación social, académica o laboral en las personas que tartamudean.
¿Qué signos o síntomas avanzan a edades tempranas que una persona es tartamuda?
La tartamudez puede aparecer entre los 2 y 5 años de edad. Si en este momento observamos preocupación por parte de la familia o del entorno escolar, debemos realizar una valoración especializada. Además, el inicio de la tartamudez en la mayoría de los casos, coincide con la eclosión del lenguaje y es muy importante realizar un diagnóstico diferencial que nos permita saber si estamos ante unas disfluencias evolutivas propias de esta etapa o ante una tartamudez del desarrollo.
Los profesionales tendremos en cuenta algunos signos de alarma como la edad de aparición de las disfluencias (5 años o más), que exista historia familiar de tartamudez, qué tipo de errores comete el niño, etc. para valorar si hay riesgo alto de que la tartamudez pueda ser persistente.
Existe dentro de este tipo un grupo de personas a las que la Tartamudez le sobreviene de manera adquirida, por un traumatismo cerebral, ictus, enfermedad degenerativa, etc.
Según la causa o etiología, podemos hablar de tres tipos. La tartamudez del desarrollo es la más común y es la que se inicia de forma temprana o en la adolescencia. Puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de la persona y es variable ya que no ocurre en todas las situaciones o momentos.
Otro tipo, es la tartamudez neurogénica que es causada por un daño o lesión neurológica y aparece igual en todas las situaciones y contextos. Por último, hablamos de tartamudez psicógena cuando se inicia de forma súbita en la edad adulta. Su origen es psicológico y aparece tras un impacto emocional intenso.
¿Hay una población de riesgo en la que sea más común?
La incidencia en población escolar es de 4 y 5% y de 1% en población adulta. La proporción es mayor en niños que en niñas, de 4 a 1.
¿Se puede “curar”?
No. La tartamudez no tiene cura pero sí podemos tratarla para que la persona con tartamudez pueda expresar lo que desee en cualquier contexto y que esta dificultad tenga el menor impacto negativo posible en su calidad de vida.
¿Cuáles son las principales dificultades que afrontan en su día a día las personas tartamudas?
Creo que el mayor problema reside en el desconocimiento de la tartamudez. Aunque se ha avanzado mucho en divulgación y actualización en tartamudez, muchas personas que tartamudean sufren las consecuencias de la desinformación.
Las personas con tartamudez tienen dificultades para empezar a hablar, les cuesta participar en las conversaciones por miedo al rechazo, desvían la mirada, no hablan con su entorno de su tartamudez. Es muy importante que familiares, amigos o profesionales sepamos cómo actuar ante una persona que tartamudea, ayudarlo y hacerlo sentir a gusto, en confianza. Aceptar es el primer paso que el entorno puede dar para ayudarle, pues ayuda a no estigmatizar y a normalizar, y por tanto refuerza la autoestima de la persona que tartamudea.
¿Cuáles son los tratamientos para la tartamudez?
El abordaje de la tartamudez debe centrarse en la vivencia de cada persona que tartamudea, más allá de la fluidez. Lo más importante es adquirir actitudes comunicativas saludables, aumentar las competencias comunicativas no sólo de la persona que tartamudea sino también de su entorno. Para aumentar la fluidez en el habla, podemos llevar a cabo tratamientos enfocados al entorno de la persona que tartamudea y trabajar la comprensión y aceptación de la tartamudez y, por otro lado, enfocar el tratamiento a la propia persona mediante técnicas que intervengan directamente sobre sus disfluencias y enseñarle cómo prevenirlas manejando un nuevo patrón de habla. Algunas de estas técnicas son enlentecimiento del habla, articulación o inicios suaves, fonación continua y cancelación. Por tanto, su evaluación y tratamiento deben abordar el componente motor y los aspectos cognitivos, afectivos, lingüísticos y sociales asociados a la tartamudez.
¿Durante cuánto tiempo de media hay que acudir al logopeda para el tratamiento?
Esto dependerá de cada caso. Teniendo en cuenta la variabilidad de la tartamudez, se pueden observar cambios en las disfluencias que hagan modificar el tipo de intervención que realicemos. Esta variabilidad corresponde a la experiencia personal y única de cada persona y puede depender de múltiples factores como la presión en el tiempo, la complejidad de la tarea comunicativa, el contexto de interacción o el interlocutor entre otros.
¿Hay una correlación entre tartamudez y mayor fracaso educativo o profesional? Si es así, ¿cómo se puede corregir esa brecha?
Sí. Vivir con la tartamudez les proporciona experiencias, muchas de ellas negativas. La idea de exponer un tema en el aula, se puede asociar a momentos de tartamudez más tensos y duraderos en esta situación, y ello provoca la aparición y refuerzo de sentimientos como el miedo y la vergüenza. Estos sentimientos les llevan a una mayor tensión en los músculos de la laringe y consecuentemente a una tartamudez más compleja. La repetición de este proceso en diferentes situaciones y diferentes palabras, da lugar a un temor creciente en la persona que tartamudea. Estas experiencias en momentos específicos (como hablar por teléfono, hablar en alto, leer) terminan por originar un condicionamiento a estas situaciones. En este caso, es necesario intervenir directamente en estas conductas como parte del plan terapéutico y, además, es fundamental la ayuda de los distintos profesionales que están cerca de la persona disfluente. Por tanto, se trabajarán simultáneamente aspectos emocionales, cognitivos y comportamentales asociados a su tartamudez.
¿De forma general, qué consejos podría dar a una persona que sufre tartamudez?
Yo le diría que intente no llevar a cabo conductas de escape o evitación de la tartamudez. Es muy importante buscar un equilibrio entre la fluidez del habla y la aceptación de la tartamudez. Para esto la persona que tartamudea no debe tener como expectativa hablar fluido sino hablar de una forma más fácil o suave, no esconder su tartamudez y hablar abiertamente sobre ella y lo más importante, que exprese lo que quiere decir y disfrute de la comunicación.
Desde el entorno familiar, laboral o amistoso del paciente, o desde la sociedad en general, ¿cómo se puede ayudar?
Muy importante no esperar a que el niño tenga 4 o 5 años para hacer una valoración. Detectar lo antes posible y evaluar de forma temprana ya que está demostrado que la prevención elimina en muchos casos el problema, reduce el impacto en su vida y evita dificultades más graves. La labor de concienciación sobre la tartamudez es fundamental para los niños y adultos con esta alteración y para crear una sociedad más inclusiva y equitativa para todos.
Aspectos a tener en cuenta con una persona que tartamudea:
- Dale el tiempo que necesita para contar lo que quiere expresar, sin juzgar su fluidez.
- Exprésale tu interés por saber cómo se siente con su tartamudez.
- Demuéstrale que aceptas su forma de hablar, poniendo atención al contenido y no corrigiendo su habla.
- Fomenta un entorno comunicativo seguro y cómodo para tartamudear libremente.
- Pregúntale cómo puedes ayudarlo a sentirse más cómo cuando tartamudea.
- Mantén el contacto ocular y respeta la toma de turnos en el habla sin interrumpirle.
- No hagas comentarios como: “respira, habla más despacio”, “no te pongas nervioso”
- No termines una palabra que no le sale. Solo espera unos segundos.
- Disfruta de la comunicación y no le fuerces a hablar. Espera tranquilo y comunícate con normalidad.
Víctor del Olmo Díaz tiene 18 años y, según narra a Voces de Cuenca, recuerda que con cuatro años fue cuando sus padres detectaron disfluencias en el habla. «Me llevaron al logopeda para saber lo que me pasaba y desde entonces sigo yendo. He tenido periodos de mayor fluidez y las sesiones no eran tan continuas pero me gustaba asistir porque notaba la mejora en el habla y eso me hacía sentir más seguro». «La tartamudez no se supera pero aprendes con las técnicas a minimizar las difluencias y eso hace que hables con más seguridad y sin esfuerzo», comenta.
Este trastorno le afectó en el colegio porque sus compañeros a veces se metían con él, y hablar en público «fue un gran reto para mi. Notaba que me ponía muy nervioso y no me salían las palabras». Además, asevera que es posible que el trastorno le condicione laboralmente si tuviera que hacer presentaciones o delante de mucha gente. En su opinión, este problema está normalizado en su entorno «pero la sociedad en general no entiende bien qué es la tartamudez. Yo pienso que la gente no escucha y no nos da tiempo para terminar de hablar. Eso hace que muchas veces haya sentido estrés al querer contar algo e incluso me haya enfadado»
Según subraya, el logopeda le ha ayudado mucho y con el paso del tiempo se siente más cómodo a la hora de hablar «no sólo porque tengo menos disfluencias sino porque he superado muchos miedos. Me costaba mucho hacer exposiciones, llamar por teléfono o hablar con desconocidos». La terapia se encuentra incluida en la Seguridad Social a partir de los seis años, indica.
Sobre este Día Internacional de la toma de conciencia de la Tartamudez comenta que «es importante porque así quizá la gente nos entienda más y hagan que nuestro camino sea un poco más fácil», porque la demanda más importante del colectivo en la actualidad es «que la gente sepa cómo hablar con una persona que tiene tartamudez, concienciar a la población y evitar prejucios».