Criado en Beteta, este médico no duda en regresar a sus raíces y su tierra cuando la oportunidad se lo permite. Todavía recuerda las exigencias que supuso estudiar en el Alfonso VIII de la capital conquense, del que todavía guarda amistades de épocas pasadas. Ahora, Mariano Provencio es presidente del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP) y jefe del servicio de Oncología Médica del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, y acaba de publicar un estudio sobre una una metodología de tratamiento de cáncer de pulmón que en el 36,8% de los pacientes logra una reducción completa del tumor, frente al 6% que lo hace con el enfoque tradicional de aplicar el tratamiento tras la cirugía.
– ¿En qué consiste este nuevo estudio que has encabezado y que tan buenos resultados está dando entre pacientes con cáncer de pulmón?
Se trata de un estudio sobre una población de aquellos pacientes con cáncer de pulmón que no son metastásicos, pero que tampoco se pueden operar con garantías. Hemos aplicado un tratamiento con quimio más inmunoterapia previo a valoración quirúrgica. Es un estudio comparativo, y lo hemos comparado con otra rama en la que solo hacíamos la quimioterapia al uso.
– ¿A qué conclusiones habéis llegado con este estudio comparativo?
Nosotros habíamos puesto como objetivo primario la tasa de respuestas patológicas completas, desaparición completa del tumor, que ha sido del 36,8% en comparación con el 6% del tratamiento convencional. Son seis veces más las probabilidades de la desaparición completa del tumor utilizando esta estrategia. Otros objetivos secundarios, era la cirugía, y en estos casos hemos podido operar al 93%, frente al 69% del tratamiento convencional.
– Próximamente vais a presentar este estudio ante la Sociedad Americana de Oncología, ¿Qué supone el presentar un estudio con estos resultados a nivel internacional?
Yo creo que ha generado bastante interés nuestro estudio, de hecho está siendo de los más comentados. El otro día en Twitter estaba entre los cinco primeros que se valoran que son de alto interés. A nivel internacional es el primer estudio que hay en este sentido, en este segmento de población, y hay bastante interés.
– Estamos acostumbrados a leer muchas noticias sobre estudios y avances que se publican, pero que tardan años en ser aplicados con normalidad en el sistema sanitario, ¿Cuándo se podrá beneficiar un paciente de los resultados de vuestros estudios?
Tienes razón. Nosotros realmente ya hemos beneficiado a los pacientes que han formado parte del estudio, y ya lo estamos utilizando. Tampoco es tan complicado, ni tan caro, ni tan diferente. A nivel regulatorio, faltan poblaciones regulatorias de uso de esta estrategia, pero la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) americana ya lo ha aprobado. Hay avances que tardan mucho en aplicarse, pero este no va a ser el caso.
«A algunos de ellos se les había dicho que no eran operables y que prácticamente estaban destinados a no hacer nada o a tratamientos paliativos. La parte más importante de la Oncología es la parte en la que uno tiene una respuesta positiva del paciente, y entendiendo que todas las investigaciones son útiles»
– Tras este estudio del Grupo Español de Cáncer de Pulmón, cuál es el siguiente paso en concepto de investigación para luchar contra esta enfermedad
Tenemos iniciado un estudio con el que intentamos determinar si podemos monitorizar la enfermedad residual postcirugía, de forma que hagamos tratamientos complementarios a la cirugía, diseñados en función de esa enfermedad mínima residual que el paciente tiene después de la cirugía. Actualmente, lo que hacemos es tratar a todos los pacientes por igual. La cosa sería ver si hay un patrón posible de identificación de enfermedad mínima residual. En eso estamos trabajando, y pronto saldrá adelante el estudio.
– En el aspecto humano, cómo suelen reaccionar los pacientes que se presentan a este tipo de estudios y van conociendo que otros pacientes se están consiguiendo mejoras. ¿Es una esperanza más que ayuda al paciente a seguir luchando?
Sí. Yo te puedo decir que ayer tuve consulta, vi varios pacientes que se identifican con esto. A algunos de ellos se les había dicho que no eran operables y que prácticamente estaban destinados a no hacer nada o a tratamientos paliativos. La parte más importante de la Oncología es la parte en la que uno tiene una respuesta positiva del paciente, y entendiendo que todas las investigaciones son útiles, y ves que al paciente le ha ido bien, que está agradecido, que no recae en una situación que habría recaído y que era inoperable de entrada, esto estimula el continuar.
– Pasando a preguntas más biográficas, ¿Cómo se pasa de crecer en Beteta, a encabezar este tipo de estudios que al final al cabo pueden ayudar a tanta gente?
(risas) Creo que hay que estar pegado a la tierra y tener en cuenta la parte humana de las relaciones. Estar en una burbuja, donde no tienes contacto con nadie, ni vives la vida. Yo tengo mucha familia en Beteta y mucha gente conocida, muchos amigos. Estoy a gusto allí, me gusta mi tierra, y creo que estar cercano a tu tierra creo que también provoca una sensación de realidad y contacto con la gente.
Yo me fui de Cuenca con mucha pena a estudiar a Madrid, y siempre he tenido mucha vinculación. Siempre donde hay un conquense la gente sabe que somos de Cuenca. En el Hospital Puerta de Hierro todo el mundo sabe que soy de Cuenca. Tenemos que hacer más cosas por Cuenca.
«Estoy a gusto allí, me gusta mi tierra, y creo que estar cercano a tu tierra creo que también provoca una sensación de realidad y contacto con la gente»
– Te formaste en el Alfonso VIII de Cuenca, ¿Qué recuerdas de aquellos años?
Vivíamos en Cuenca. Con el Alfonso VIII siempre he tenido una especial vinculación. Sigo en contacto con algunos profesores que me dieron clase entonces, y también con amigos de allí. Hace poco uno de ellos cumplió años y nos juntamos todos en Cuenca. Tenemos una especial conexión. Lo pasamos muy bien, era un instituto muy duro y muy exigente, con profesores muy capacitados. Todo el curso aprobó la selectividad, era un curso muy bueno.
– En una profesión tan difícil, a veces, como es la de médico, influye criarse cerca del mundo rural y el esfuerzo que este representa
Yo siempre he tenido una visión social de la vida y de los desfavorecidos, probablemente sí tengo una sensación de cercanía con la gente de pueblo.
– ¿Qué valoración puedes hacer del ‘estado de salud’ de la sanidad en la provincia de Cuenca, la construcción del nuevo hospital, etc.?
Está bien tener centros sanitarios públicos de calidad en el entorno. Eso crea una fijación de la población a la zona. Creo que también hay que dimensionar las cosas. Cuando se gestiona patrimonio público no solo hay que pensar en el rédito de votos, sino también en las necesidades de la población. No hay que tener todo a tu alrededor, sino que lo que disponga la población sea de calidad. Si eso hace que se tenga que desplazarse, o hacer convenios con Madrid, porque la calidad que vas a ofrecer no es excelente, pues eso hay que hacerlo. No se trata tanto de tener un hospital con todo, sino un hospital con lo necesario y lo que haya que mandar a otro sitio, pues se manda a otro sitio. Porque al final lo que cuentan son los resultados en salud.
En España ha habido una tendencia de tener todo el mundo de todo, y eso al final es difícil mantener una calidad asistencial buena. Lo que hay que hacer es dimensionar las necesidades de la población y la calidad, todo a la vez. No solo tener una estructura grande y luego no saber llenarla.
– ¿Cuál puede ser la fórmula más correcta para que personas que viven en zonas deprimidas demográficamente, como Beteta, puedan sentirse atendidas como se merecen?
De mis viajes a otros países, como en Colombia, con una orografía muy difícil, hay un desarrollo de tecnología de telemedicina. La telemedicina sería de una necesidad imperiosa para todas las poblaciones periféricas de la capital. Potenciar eso me parece fundamental, que el médico de Primaria pueda hablar con el especialista de Cuenca por telemedicina, o los pacientes. Habría que utilizar más herramientas de telemedicina en esos ámbitos. Con la pandemia hemos visto el desarrollo de las tecnologías, y ahora mismo es muy fácil comunicarse, hay una cantidad enorme de elementos que permiten tomar atención, hacer electros, hacer placas de torax, etc. Eso habría que exprimirlo al máximo, más que hacer grandes cosas y grandes cosas. Hay que exprimir toda la tecnología para que llegue a todos los pacientes. Esa medicina no es de alta complejidad, y eso si sería bueno.
«En España ha habido una tendencia de tener todo el mundo de todo, y eso al final es difícil mantener una calidad asistencial buena. Lo que hay que hacer es dimensionar las necesidades de la población y la calidad, todo a la vez. No solo tener una estructura grande y luego no saber llenarla»