Antonio Tejeda, o Texeda, como firmaba durante mucho tiempo, es memoria viva de Cuenca. A sus 91 años conserva una memoria y una lucidez extraordinarias que convierten la conversación en una clase magistral. A través de su objetivo, da igual de cámara de fotografía como de televisión, ha pasado la historia de nuestra provincia, y sus fotos y reportajes compendian a Cuenca entera, sus cosas y sus gentes. Tomando como excusa la exposición de sus obras que acoge hasta el día 27 el Centro Cultural Aguirre hablamos largo y tendido con él de su vida y trayectoria profesional, jalonada por momentos históricos de nuestra provincia y nuestro país y descubrimos pasajes de su vida poco conocidos pero muy relevantes en su devenir personal. Una charla amena y enriquecedora que reproducimos a continuación.
– ¿Cómo llegaste al mundo de la fotografía?
A mí de niño me gustaba la pintura y era muy amigo de Luis Roibal Tejedor. Él pintaba de maravilla pero yo era una calamidad, así que me compré una cámara y empecé a jugar y a hacer fotos.
– ¿Qué edad tenías?
Pues once o doce años.
– Hablamos de una época en la que el material al que se tenía acceso era muy limitado de calidad, sobre todo los amateurs.
Sí, era un material muy caro y hacía fotos en blanco y negro. Yo hacía las fotos y me las revelaban en Pérez pero luego aprendí a revelar. La persona que me enseñó fue Óscar Martínez, un señor que trabajaba en Radio Nacional. Cuando yo le preguntaba por cómo hacer las cosas echaba mano y me daba un libro y me decía: «léetelo y después hablamos». Cuando quería saber algo de fotografía siempre hablaba con él. Y así es como yo empecé a dominar la técnica.
– ¿Qué te gustaba fotografiar entonces, cuando eras totalmente amateur?
Me gustaba mucho fotografiar las Hoces. Tengo miles de fotos, sobre todo de la del Huécar.
“La persona que me enseñó fue Óscar Martínez, un señor que trabajaba en Radio Nacional. Cuando yo le preguntaba por cómo hacer las cosas echaba mano y me daba un libro y me decía: «léetelo y después hablamos»
– ¿Tú en ese momento ya pensabas en dedicarte profesionalmente a la fotografía?
No, era un capricho personal, lo que ocurre es que me fui voluntario, como hijo del Cuerpo, a hacer la mili en la Guardia Civil y allí me relacioné con fotógrafos, empecé a hacer fotos de noticias y acabé trabajando en Madrid como profesional para Europa Press y para Cifra. En la Guardia Civil aprendí mucha técnica, yo estaba en el Grupo de Destacamentos Especiales, que éramos como los GEO. Teníamos que ser hijos del Cuerpo y solteros o viudos sin hijos.
– ¿Y cuánto tiempo estuviste allí?
Por lo menos cinco años.
– O sea que seguiste después de la mili.
Sí, cuando yo había hecho mi mili vino a España el príncipe Juan Carlos y un día me llamó Alfonso Armada y Comín, que entonces era comandante de Estado Mayor de la Guardia Civil, y dado que yo era maestro, y además un buen tirador y cinturón negro de judo, me dijo que había pensado en mí para que fuera el ayuda de cámara del príncipe y el jefe del personal de seguridad a las órdenes del General Martínez Campos, así que me quedé. Allí, por medio del príncipe, que también le gustaba la foto, me compré una cámara alemana muy buena y seguí haciendo trabajos de fotografía. Don Juan Carlos tenía entonces 15 ó 16 años y yo cinco años más que él.
– ¿Y seguiste avanzando en el mundo de la fotografía?
Sí, en la calle San Bernardo había un escaparate donde ponían fotos de prensa del día, fotos de actualidad muy bonitas. Y pensé que eso podía hacerlo yo, así que me puse en contacto con la agencia EFE y empecé a trabajar con ellos alternando con mi trabajo. Más adelante el príncipe se fue a la Academia Militar y me preguntó qué podía hacer por mí y yo le dije que me gustaría entrar en la Standard, él hizo la gestión y me nombraron jefe de máquinas, pero volví a Cuenca y cuando le conté eso a mi madre no le gustó porque tenía que viajar mucho a Estados Unidos así que me convenció y al final me vine otra vez a Cuenca de maestro, primero en la Aneja y luego en varios pueblos hasta que me fui a mi pueblo, Cardenete.
– Combinándolo con la fotografía ¿no?
Sí, claro, yo la fotografía no la he dejado nunca. Empecé en el periódico como colaborador y luego ya de continuo, combinándolo con mi trabajo de maestro. Y además seguía trabajando para la agencia EFE.
“Era un bohemio entonces, me juntaba con Julián Pacheco y con Raúl del Pozo, que trabajaba también en el periódico, y nos íbamos a ir fuera de Cuenca pero al final ellos se fueron y yo me quedé”
– ¿Cómo se llamaba el periódico?
Ofensiva, todavía no había cambiado de nombre. Yo hacía fotos de prensa pero seguía haciendo fotografía artística. Era un bohemio entonces, me juntaba con Julián Pacheco y con Raúl del Pozo, que trabajaba también en el periódico, y nos íbamos a ir fuera de Cuenca pero al final ellos se fueron y yo me quedé.
– ¿Por qué?
El motivo fue el siguiente, Eugenio López y López, que era el gobernador civil, y Antonio Iglesias crearon la Semana de Música Religiosa y querían fotos de San Miguel y de algunos sitios y personas. Yo estaba en Cardenete y vino el alcalde a buscarme preguntándome que qué había hecho porque el gobernador civil me quería ver sin falta al día siguiente a las 11 en el Gobierno Civil. Fui allí y estaban reunidos con Antonio Fernández-Cid, que era uno de los críticos musicales más reputados de España, me dijeron que me habían llamado porque tenían unas fotos que no les gustaban y me pidieron que les hiciera yo otras. Así que las hice, les gustaron mucho, porque les mandé unas fotos de mucha calidad, y me quedé como fotógrafo oficial de la Semana de Música Religiosa. Cuando acabó la Semana yo tenía que volverme a mi pueblo a trabajar como maestro pero Genín, que era como le llamaban al gobernador, tenía potestad para disponer de los funcionarios y me trajo a Cuenca. Dejé de dar clases y empecé al servicio del gobernador para hacer fotos.
– ¿Volviste a ejercer de maestro?
Sí, me especialicé en educación especial y me trasladaron a Cuenca, donde ejercí como maestro hasta que me jubilé, pero siempre compatibilizándolo con la fotografía.
– ¿Y cuándo empezaste como cámara de televisión?
Óscar Martínez tenía una camarita pequeña y vino una tal doña Carmen, que era una inspectora de educación, y le hice un reportaje con la cámara de Óscar, lo mandamos a Madrid a Televisión Española, les gustó y me llamaron, igual que llamaron a otros cámaras de otros lugares de España. Total, que nos juntamos esos pocos que te digo en Madrid, hicimos un curso y entramos como reporteros. Televisión Española estaba en el Paseo de la Habana y había muy poca gente, éramos cuatro. Empezamos el curso, nos dijeron cómo había que hacer un reportaje y nos preguntaron si alguno se atrevía a hacerlo, yo dije que sí, lo hice y cuando lo vio Pepe Casas, que era el jefe supremo de informativos, le gustó y me puso a trabajar en la calle a hacer reportajes. Allí estuve unos meses y luego me vine a Cuenca a trabajar para Televisión Española como corresponsal. Yo montaba el reportaje y lo mandaba preparado para revelar y emitir, por eso todo lo que mandaba de Cuenca salía, porque yo lo mandaba hecho.
“Nos dijeron cómo había que hacer un reportaje y nos preguntaron si alguno se atrevía a hacerlo, yo dije que sí, lo hice y cuando lo vio Pepe Casas, que era el jefe supremo de informativos, le gustó y me puso a trabajar en la calle a hacer reportajes”
– ¿Con qué te has sentido más realizado, con la fotografía o con la televisión?
Con la noticia, me daba igual foto o televisión, el caso era captar la noticia de interés.
– Pero tú también has hecho muchas fotos que no tienen que ver con el periodismo.
Claro, si te gusta la fotografía te gusta todo.
– ¿Siempre de Cuenca?
Las que hay en la exposición son todas de Cuenca, pero tengo fotos de otros muchos sitios: Egipto, México, etc…
– ¿Y además tienes fotos de mucha gente de Cuenca a la que les hacías reportajes?
Hacía reportajes porque el retrato me gusta mucho, veo el alma de las personas a través de la cámara. Hice muchos reportajes de bodas, comuniones y otras muchas celebraciones.
– ¿Cuántas fotos tienes?
Miles y están bien clasificadas. A mí me preocupaba qué iba a hacer con ese tesoro que tengo, que para mí es un tesoro. Entonces busqué a ver si alguna institución me pagaba la digitalización de todo ese archivo, pero no se interesó nadie. Así que mi hijo tomó la iniciativa, se fue a Murcia, se gastó las pelas y lo digitalizaron aunque de una manera sencilla, sin retoques. Yo quería que se digitalizara para que no se perdiera y ahora hay alguien interesado pero veremos a ver si llegamos a un acuerdo. El archivo ahora es de mis hijos y de mis nietos y la única condición que les pongo es que no lo estropeen y que lo lleven a alguna institución que se haga cargo de todo ese material y de manera unitaria.
– A lo largo de tu vida profesional dime si recuerdas algún acto o suceso que te haya marcado.
Te voy a decir uno de la provincia. Un día se presentan en mi casa el cura de Villaescusa de Haro y un comandante que era originario de allí. Me dijeron que venían a verme porque la capilla de la Asunción se estaba hundiendo, era un palomar, el tejado se había roto, el interior se estaba deteriorando a marchas forzadas y nadie les ayudaba a arreglarlo, así que habían pensado que yo hiciera un reportaje para que se viera el estado en que estaba esa capilla y ese retablo tan magnífico. Hice el reportaje y lo titulé «El más bello palomar del mundo», me fui a Madrid con él y hablé con Alfredo Amestoy y con Leal, que era el que le escribía los guiones. Lo emitieron y qué impresión no tendría que inmediatamente intervinieron las instituciones y se arregló la capilla. Estoy muy orgulloso de ello.
– ¿Qué es para ti la fotografía?
Es el arte de pintar empleando como pinceles la luz.
– ¿Sigues haciendo fotos, Antonio?
Sí, si veo algo que me llama la atención lo fotografío, aunque lo hago con el móvil. Ahora con los aparatos digitales hace reportajes todo el mundo pero la calidad se ha perdido. De ver una película de antes a la de ahora hay mucha diferencia.
– Háblame de la exposición. ¿Cómo y por qué se han elegido las fotografías?
Lo primero que tengo que decir es que el homenaje me acongojó, cuando me lo dijeron empezaron a sudarme los ojos porque no me lo esperaba. La exposición es un conjunto de unas 60 fotos que combinan fotos artísticas, históricas y periodísticas. Por ejemplo está la foto de cuando D. Rodrigo Lozano de la Fuente abrió la puerta del Museo de Arte Abstracto y le entregó las llaves a Zóbel.
– ¿Tienes alguna foto favorita de todas las que has hecho?
La agencia EFE daba un premio nacional todos los meses a la mejor foto y a mí me lo dieron por una foto de un curso de fruticultura en Garaballa en la que se ve a un señor dando clase a un grupo de agricultores mayores que están escribiendo lo que dice el profesor. Todos excepto uno, que está mirando para arriba y al lado tiene un niño que está escribiendo; son el abuelo, que no sabe leer ni escribir, y su nieto, que le copia los apuntes.
– ¿Te ha quedado alguna foto por hacer, alguna que te hubiera gustado hacer y no has hecho?
Esa pregunta me la han hecho más de una vez y siempre respondo lo mismo: la cara oculta de la Luna.