Yolanda Martínez Urbina
Coordinadora de Reto Demográfico de AFAMMER (Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural)
El antiguo manto que la mujer llevaba en España en el siglo XVI evolucionó hacia un elegante tocado de blonda, tul o chantilly al que se le llamaba mantilla. El accesorio nace en el siglo XVII de la mano de las mujeres del pueblo. La reina Isabel II y sus damas lo popularizan en el siglo XIX hasta que se instaura finalmente en las Cofradías de la Semana Santa ya entrado el siglo XX cuando se permite participar a las mujeres en las procesiones.
En Cuenca, Eduardo Ortega, joven diseñador de moda y ejemplo de talento conquense que ha regresado a la capital y que está comprometido con la innovación y el estudio del modo de vestir impulsó el año pasado un proyecto para promover la recuperación de la tradición de lucir mantilla el día de Jueves Santo en Cuenca, algo que se venía realizando por las mujeres en los años 60 para visitar al Santísimo en los Monumentos de las Iglesias, vestidas de luto riguroso por la muerte de Jesucristo.
En esta ocasión creamos la oportunidad desde AFAMMER de unirnos a la iniciativa junto al grupo de jóvenes mujeres que vistieron mantilla, facilitando con ello la recuperación de esta tradición. Nos acercamos hasta la Iglesia de El Salvador donde realizamos una visita a Nuestra Señora de la Soledad y posteriormente participamos de forma activa en la liturgia de la Catedral que estuvo presidida por el obispo de la Diócesis, D. Jose María Yanguas. La mantilla no solo es una prenda, forma parte de una forma de vestir, de una forma de vivir la vida desde la elegancia, es un símbolo que representa valores de sobriedad, serenidad y resiliencia vinculados a los procesos de luto y en muchos casos tiene un carácter sentimental, ya que es una prenda heredada de madres y abuelas.
Hoy, día 18 de abril celebramos el Día Internacional de los Monumentos y Sitios, aprobado por la Asamblea General de la UNESCO en 1983, cuyo fin es promover la concienciación de la diversidad de patrimonio cultural de la humanidad, de su vulnerabilidad y de los esfuerzos que se requieren para su protección y conservación.
El Patrimonio Cultural de las Tradiciones vinculadas a la preservación de edificios históricos, iglesias y monumentos es una forma de proteger y conservar nuestra identidad común, nuestra memoria colectiva. Participar en ellas libremente y desde la individualidad de cada persona nos une y fortalece como territorio, aportando valor a lo que somos y tenemos y es también una de las herramientas de desarrollo de actividad económica de las zonas con escasa población. La mezcla de moda, familia, religión, monumentos e historia es un éxito para dinamizar el sector turístico y textil en Cuenca y atraer con ello el talento de jóvenes que regresan a sus raíces y que desean desarrollar sus proyectos profesionales en la provincia. Preservar nuestro Patrimonio Cultural, material e inmaterial es también generar empleo y mantener viva nuestra tierra y ese es nuestro principal objetivo.