Más fieles que nunca han acompañado a Jesús Amarrado a la Columna este primer viernes de Cuaresma en el Vía Crucis por San Antón. Cientos de personas han llenado el barrio para ver con sus ojos al Amarrado recorrer Cuenca tras poco más de dos años sin salir a la calle.
El gentío era notable tanto en el interior de la iglesia de San Antón y la Virgen de la Luz -que se ha abarrotado en la tradicional Santa Misa de Inicio de Cuaresma- como en el exterior.
Es difícil explicar los motivos por los que esta ha sido la edición del Via Crucis del Amarrado que más feligreses ha atraído. La especial efeméride -este año es el 25º Aniversario de este Vía Crucis-; la relatividad del tiempo que la pandemia se ha encargado de dilatar hasta la rabia; o el recuerdo a quienes no han podido estar y cuya ausencia los ha hecho estar muy, muy presentes, pudieran ser algunos de los argumentos principales.
También, por qué no decirlo, porque nunca antes en Cuenca ha habido tantas ganas de Semana Santa.
Sea como sea, la talla de Jesús Amarrado a la Columna y cientos de personas han ido recorriendo San Antón como hicieran por última vez un 28 de febrero de 2020, ajenos a todo lo que estaba por venir. Las estufas de las casas en el barrio conquense funcionaban a pleno gas, un frío en la calle que no ha hecho falta mitigar a los asistentes que una a una han recorrido las estaciones del Vía Crucis.
Como es costrumbre, la talla de Marco Pérez no ha desfilado con el sayón que le azota cada Jueves Santo. Apenas unas velas y el eco de las horquillas devuelto por los recovecos del barrio acompañaban a la oración, que ha llegado en torno a las nueve de la noche a la cima del recorrido.
Al regreso a la iglesia otra multitud esperaba la vuelta del Vía Crucis para despedir al Amarrado, y citarse el 14 de abril, Jueves Santo, día en el que si las circunstancias lo permiten, cruzarán con él el puente de San Antón.