Cáritas Diocesana de Cuenca agradece a sus 322 voluntarios su compromiso junto a los más empobrecidos

El 5 de diciembre es el Día Internacional del Voluntariado, desde Cáritas Diocesana de Cuenca se considera que es un día «para reconocer, agradecer y celebrar la labor solidaria y generosa que realizan las 322 personas voluntarias en nuestros pueblos y ciudades».

«Son personas con nombres y apellidos, no son invisibles pero su acción huye de protagonismos. Personas que comparten su tiempo y sus dones para hacer realidad los sueños de amor, justicia y fraternidad de las personas en pobreza», indica en un comunicado.

Tras la emergencia coronavirus, «la tarea de estos 322 voluntarios, ha cobrado aún más valor, y ahora más que nunca, necesitamos personas con esa ilusión, alegría y compromiso por los más desfavorecidos. En estos tiempos tan difíciles la desesperanza, el miedo y el dolor pasean por nuestras calles y corremos el riesgo de que la indiferencia se convierta en nuestro particular escudo protector. Nos enfrentamos a una emergencia de inhumanidad, de sufrimiento y de soledad, y precisamos ver, sentir y escuchar a todas estas personas que dan su tiempo y esfuerzo, para que no se nos endurezca el corazón», asevera Cáritas Diocesana de Cuenca.

Desde Cáritas Diocesana de Cuenca se quiere reconocer «lo importante y necesaria que es la labor y la dedicación de los voluntarios, para el trabajo y el acompañamiento de las personas más vulnerables de nuestra sociedad».

Cáritas agradece «esa mirada cálida y la sonrisa que aportan los voluntarios, imprescindibles en este tiempo tan difícil, y en el que tantas personas sufren por enfermedad, por falta de empleo o vivienda, por falta de recursos. Sin las personas voluntarias cualquier sociedad es más pobre y tiene menos horizontes».

Y también, desde Cáritas Diocesana de Cuenca quieren «celebrar como comunidad, como una gran familia capaz de abrazar y festejar con alegría, que entre todas las personas podemos sostener y hacer posible la esperanza y hacer un mundo mejor, si dejamos espacio en nuestra vida para amar, soñar y compartir lo que somos y tenemos con generosidad».

«Gracias a cada uno de los voluntarios que hacen posible que personas que lo han perdido todo, se sientan reconocidas», finaliza.